8ª Visita (Visita Obligatoria): Nosotros, Robots.
Nosotros, Robots.
Visita realizada el viernes, 23 de noviembre de 2018.
El ser humano es vago por naturaleza. Si puede conseguir que algo sea más fácil, rápido, cómodo y eficiente de hacer, desde luego se comerá la cabeza para averiguarlo. Vivimos en la era de la información, en la era de la huella digital. La idea con la que se fantaseaba hace treinta años acerca de un futuro en el que el hombre se convertía en máquina era pura ciencia ficción. Hoy en día, más que ciencia ficción es una realidad inminente -y terrorífica- que parece ser cada vez más factible. Esta exposición se encuentra en el carismático edificio de Telefónica, y reúne miles de años de historia en los que el hombre ha intentando elaborar vida artificial para alejarse cada vez más de la realidad, quizás por ser demasiado abrumadora.
Lo primero que uno ve al entrar es un eje cronológico que ilustra cómo el hombre ha fantaseado desde el inicio con la creación de máquinas que imiten su conducta. Es totalmente increíble y fascinante descubrir que el hombre creó vida mecánica no ya en la Edad Media, si no en la mismísima Antigüedad Clásica. He de admitir que no sé hasta qué punto creerme esta información, pues me parece totalmente anacrónico y desfasado en el año 400 a.C. un matemático griego construyera una paloma mecánica que funcionaba con vapor. Es decir, hablamos de la misma especie animal que muchísimos años después (y de supuesta evolución mental) vivía entre mugre y miseria. Es más, la propia máquina de vapor no se inventó hasta el siglo XVIII d.C., así que tales afirmaciones me parecen totalmente fuera de lugar. Sin duda, a lo largo de esta visita mis ojos no paraban de abrirse por el asombro y la incredulidad.
En la Edad Media, se construyó el primer robot de cocina, ¡y autómatas musicales! Realmente uno piensa que estas mentes son seres que viajan en el tiempo para volver al pasado y regalar a la especie humana un poco de brillantez y genialidad, ya que no entiendo como este tipo de invenciones pudieron realizarse por personas con el mismo cerebro que el mío. Si la vida dependiera de gente como yo, aún estaríamos pintando con sangre y tierra en las paredes de nuestra caverna. Hago un inciso para agradecer el avance y progreso de las invenciones humanas a todas esas mentes hiper-desarrolladas y futurísticas.
Mi expresión cada vez era más boquiabierta y ciertamente parecía bastante boba, pero qué más teniendo ante mis ojos tales invenciones como El Hombre Autómata, ¡del propio Leonardo da Vinci! Bueno, realmente era la reconstrucción hecha a partir de los planos que el erudito del Renacimiento realizó para la elaboración del precario robot. Estos planos también podían verse allí. En esta fotografía puede apreciarse su complejísimo y sofisticado esqueleto hecho a base de poleas y tuercas. De verdad que vivo asombrada cada vez que descubro las invenciones de mentes sobresalientes y atemporales como era la de Leonardo, un hombre que no le bastaba con vivir la vida si no que quería crear vida en absolutamente cualquier medio.
Mucho más tarde en el tiempo, a finales del siglo XIX, podemos ver los primeros intentos de crear juguetes con vida. Sin embargo, aunque el sistema funcionara, el diseño aún debería pulirse urgentemente, pues se consiguieron resultados cuanto menos tenebrosos y macabros. Un ejemplo claramente ilustrado sobre este "casi pero no" es El Perro, un inocente juguete bípedo (empezamos mal representando a un animal cuadrúpedo de pie con dos patas) y alargado al cual le han diseccionado el tronco y han quedado expuestas sus entrañas mecánicas.
Sin duda, un juguete con el cual todo niño querría jugar durante horas y que para nada causa pesadillas y traumas.
Sin embargo, no hablaremos de robots propiamente dicho hasta 1921, cuando Karel Capek crearía esta palabra en su obra R.U.R. reinterpretando el significado de una palabra checa, robota, que básicamente significa trabajo duro. En esta distópica y aclamada obra, el autor crea un futuro de esclavos sintéticos y mecánicos que realizan el trabajo sucio del hombre, pero que acabarán revelándose contra su creador. Es curioso cómo esta palabra que hoy en día inunda gran parte de nuestras vidas tiene un trasfondo de esclavización.
A partir de aquí la cosa iría cuesta abajo y sin frenos. Conocemos al padre de la robótica, George Devol, quién en 1939 dará a conocer al mundo a su creación Elektro. Elektro se presentó al mundo como el inicio de los avances en ingeniería e informática. Un colosal pero simpático hombre de hojalata se alza ante nosotros como un robot fumador. La sociedad americana del momento debió de quedarse a cuadros al descubrir un nuevo amigo sintético el cual sería la comidilla del momento.
Aquí podemos ver cómo este hombre falsificado y acartonado aprende a cantar, mientras el público aplaude ante los avances que imitan a la vida. ¿Qué hay mejor que enseñar a un pedazo de metal a cantar?
En la misma década de los 40, llegará el excelente Isaac Asimov. En su obra Yo, Robot expone las tres leyes de la robótica. Estos enunciados afirman que la máquina puede llegar a tener voluntad propia y revelarse contra su creador, y que por ende son necesarias unas reglas que prohíban a la máquina ponerse en contra de su amo.
Más avanzado en el tiempo vemos la primera invención robótica y animal de Sony, empresa que en 1999 crearía su primera mascota autómata. Aibo, el primer animal artificial, fue un éxito en ventas. Una vez más, queda demostrado como el hombre prefiere la vida sintética que él mismo ha creado. La prefiere pues la controla. Él la crea según sus criterios, hará lo que él quiera y no se sublevará ante él. Prefiere la vida sintética porque se moldea a sus gustos y no presenta los inconvenientes de la complicada vida real.
Quien diría cuánto se conseguiría en el siglo XXI, con creaciones como Pepper, un simpático robot que es capaz de procesar emociones humanas mejor que muchos humanos. También tiene un proceso autodidácta que se comparte con el resto de unidades, por lo que lo que vaya aprendiendo una unidad de Pepper se transmitirá al resto. Me encanta la complejidad del hombre que, en vez de intentar mejorar las relaciones humanas, crea sustitutivos de estas. Esto es debido a que nunca se podrá imitar ni entender al 100% el cerebro humano ni su complejidad. A las personas nos da miedo enfrentarnos a otras personas, pues nunca sabemos cómo van a reaccionar. Pero si podemos saber cómo va a reaccionar un cerebro artificial, pues ha sido creado siguiendo unas pautas que todos conocemos.
Volviendo al tema de la compañía artificial, ¿quién quiere más perros de metal a los que dar amor?
El Sony japonés nos trae un repertorio de mascotas mecánicas a las que dar amor a cambio de sonidos enlatados y reproducidos por un pequeño altavoz en el cuerpo de un perrito animatrónico. Como no podía ser de otra manera, los japoneses nos brindan una serie de elementos artificiales para sustituir a la vida real.
Sin embargo, no todo es ocio y diversión. Los robots también cumplen un sinfín de aplicaciones militares, de investigación científica, exploración, en medicina... Esta araña robótica es una de las invenciones que intentan imitar insectos, especialmente arañas. Esto es debido a que el diseño de los insectos responde mejor a complejos algoritmos de movimiento, por ello es más cómodo hacer robots en forma de hexápodos, como es este caso.
Llegamos al culmen de la actualidad con Sophia, la primera ciudadana no humana. Aquí hacemos un inciso para hablar de la imitación de emociones humanas. Con el tiempo, los avances en la robótica no solo son informáticos sino también en el diseño. Cada vez se consiguen robots con expresiones y movimientos más hiperrealistas que llegan a hacer dudar al ojo humano si se encuentra ante otro semejante o ante una máquina. Sin embargo, ante lo que pueda parecer, esto provoca lo que se conoce como el Uncanny Valley o el Valle Inquietante. Esto quiere decirnos que cuanto más se intenta imitar de manera artificial algo natural, más desagradable e inquietante nos resulta. Hay un intervalo en el que si se acerca a la realidad genera rechazo, pues para no hacerlo debería ser una copia exacta en apariencia y comportamiento a la realidad. Esto es debido a que cuando se imita de manera no exacta al humano el cerebro sabe identificar facciones que conoce pero que no se corresponden a la realidad, y por ello no podemos saber las intenciones que tiene ese ente, generando rechazo.
La exposición muestra una parte más jovial y de ocio en este asunto de la robótica, acentuando la gran influencia de culturas como la japonesa, pioneros sin duda en la imitación de vida. Nos encontramos ante una sección de mangas, animes, juguetes, música y películas que juegan con el atractivo de la ciencia robótica. Desde mangas de Doraemon, el gato cósmico y Mazinger Z, a dinosaurios de juguetes con un interior apabullante a portadas de álbumes.
Entre los álbumes que fantasean con la ciencia y la tecnología vemos portadas míticas de grupos como Queen, Beastie Boys o Kraftwerk. También vemos fragmentos de películas como Metrópolis, El Mago de Oz, Star Wars, Un amigo para Frank... Incluso podemos observar el esqueleto metálico que una vez encarnó Arnold Schwarzenegger en Terminator. Como remate final, podemos ver una maqueta que recuerda intensamente al cariñoso robot de Pixar, Wall-E.
También vemos robots como esta dulce foca peluda que, al parecer, es de gran ayuda para personas con Alzheimer. Nao H25 v4 es otro simpático robot que ayuda a tratar a niños con autismo, pues es capaz de procesar a tiempo real emociones humanas y puede mantener una comunicación real. Es más, es capaz de rechazar órdenes humanas que pongan en peligro su integridad. Es capaz de llegar a acuerdos con su intermediario.
Sin duda alguna, esta exposición ha sido increíble y fascinante. Altamente inspiradora y desde luego interesante. Hace reflexionar a cualquiera sobre el rumbo de la sociedad tecnológica en la que vivimos. Es innegable que los avances en robótica traen numerosas ventajas para la vida humana, pero a la vez ponen unos límites entre la vida real y la virtual muy difíciles de ignorar.
¿Cómo el hombre siempre ha querido crear seres que imiten su realidad y que le sustituyan en el trabajo? ¿No es deprimente ver como el hombre avanza a pasos agigantados a un futuro inmerso en realidades virtuales y adosados a un sofá, mientras que un esqueleto de metal y micro procesadores realiza las tareas que en un principio dieron al hombre su cualidad de superioridad intelectual? Es incongruente ver la línea evolutiva del hombre, en la que parece que ha ido avanzando para lograr invenciones cada vez más complejas y perfeccionadas para que sustituyan al ser humano en la mayoría de aspectos de la vida.
¿Quiere esto decir, acaso, que llegará un punto en el que el papel de la persona en la vida diaria quede relegado a un segundo puesto y el robot hará todo por nosotros mientras nosotros vivimos en una burbuja virtual aislada de lo que conocíamos como la vida?
Por último, para el que le interese este tema tanto como a mí, adjunto el enlace a dos vídeos de lo más interesantes en el que de hecho aparecen robots que se enseñan en esta exposición.. Uno hace un repaso por los robots más avanzados que existen en la actualidad y otro es mucho más paranoico. Este último trata el tema que a todo el mundo asusta sobre la rebelión de las máquinas, pues habla de las frases y afirmaciones más preocupantes dichas de manera voluntaria por inteligencias artificiales. Recalco el último término, de manera voluntaria. Porque las inteligencias artificiales se auto abastecen de conocimiento y crecen ellas mismas, creando su propia red neuronal que algún día puede llegar a tener auto consciencia. Quizás. Yo no lo sé, y seguramente no lo vea nunca, y doy gracias por ello.
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