7º Visita (Visita Obligatoria): Lina Bo Bardi "Tupí or not Tupí".

Lina Bo Bardi: "Tupí or not Tupí"


Visita realizada el sábado 11 de noviembre de 2018.





 La exposición de esta semana nos ha mostrado la obra de lo más variopinta de la arquitecta italiana de los años 30 Tarsila do Amaral, más conocida como Lina Bo Bardi. Esta diseñadora, escritora, museógrafa y, ante todo, arquitecta, desarrolló gran parte de su trabajo en Brasil. Allí, expandió los horizontes de la creciente arquitectura moderna y vanguardista. Su propósito de trabajo era fusionar las costumbres populares y tradicionales de la cultura local brasileña con la arquitectura moderna que en aquella época crecía sin frenos. La colección reúne todo tipo de objetos, desde fotografías y diseños estudiados a maquetas con muñecos de plastilina. Pero lo que más abundan son los bocetos rápidos de Lina sobre su próximo diseño arquitectónico.

 Desde ya expongo mi crítica: no me ha gustado nada. La arquitectura es una rama artística que admiro como visión pero no me apasiona en absoluto. Más aún si más de la mitad de la obra que allí se reúne son bocetos arquitectónicos garabateados con alguna gota de acuarela dispersada. De hecho, las obras que más me gustaron ni siquiera eran de Lina Bo Bardi. Era confuso pues, en la misma sala que se desarrollaba la exposición de la arquitecta, también se encontraba la colección permanente de la fundación Juan March. Entre infinidad de bocetos con muchas líneas y números de repente la vista se topa con unos diseños de vestidos africanos y de inspiración japonesa, o con máscaras africanas de animales, o pequeñas figuritas, fotografías extrañas... Bueno.

 Lo primero que uno ve nada más entrar es la colosal construcción de la Gran vaca mecánica. Un animal de metal nos mira con su colorada cabeza y sus ojos relucientes cuales faros de coche.
 Una cadena le rodea el cuello y la sujeta al suelo, como si fuera a escaparse con tal cantidad de masa de metal por las calles mojadas de Madrid. Si uno la rodea, ve al final de la vaca robot unas ubres cilíndricas bastante graciosas. Me gusta mucho esta construcción porque me recuerda a una antigua máquina de tortura conocida como el Toro de Falaris. Era una construcción de bronce con forma de toro en donde el torturado era encerrado en el interior y básicamente quemado vivo. Se dice que los gritos y alaridos de dolor de la víctima salían por la boca del toro, de manera que la vibración con las paredes del toro convertían estos llantos en furiosos mugidos del animal. Me gusta más que nada por eso. Tampoco hay nada en la exposición que nos cuente de qué se trata, así que supondré que Lina diseñaba máquinas de tortura. Eso sí, más avanzada la exposición se pueden ver los asfixiantes y matemáticos diseños de la gran vaca, en donde Lina (junto con un tal Marcelo Suzuki) hace un excelente uso del dibujo técnico. Me encantan las maquetas donde se muestran los diseños de un objeto de manera tan pulcra y científica, en cierta manera son muy bonitos y realmente interesantes. Supongo que la vaca (no sé porqué se llama vaca ya que tiene cuernos) haría alguna acción ya que el complejo esquema de su diseño poseía innumerables partes que parecían ser un mecanismo para algo.

 A partir de ahí se entra en la sala donde me pasé gran rato intentando ver algo de la susodicha Lina, pues parecía haber más obras de otras personas. Entre cuadros y fotografías de cosas que sinceramente no llamaron mi atención en absoluto, se encuentran los diseños para casas económicas de Lina y diseños de sillas, así como una resplandeciente y molestamente brillante fotografía de la Casa de Vidrio, de José Manuel Ballester, diseño para la propia casa de Lina. Como digo, no me importaba nada.

 De repente, vi dos pequeñas piezas preciosas tímidamente expuestas entre tanta maquetación: los cuadros de Macaparana, Paissagem con ex votos (Paisaje con exvotos). No sé quién es esta persona ya que en ningún momento la exposición explica nada. He buscado en internet y las obras que encuentro no se corresponden a las que allí vi, una pena ya que no podía sacar fotos en la galería. Sea quién sea, esos cuadros inquietantes y tristes de árboles desnudos y oníricos me parecían encantadores. Me recordaban a las macabras ilustraciones de David Firth, sobre todo el cuadro de un árbol cobijando en su esquelética copa numerosos miembros de cuerpos de maniquíes para dibujar poses.

 Sigo en la galería sin que nada me emocione hasta toparme con el ingenioso Insecto creado por Lina a partir de bombillas y plumas. En una pequeña caja de cristal se exhibe una inerte mantis religiosa como si fuera un gabinete de curiosidades. Al lado, se encuentran los diseños preparatorios para la exposición del Museo de Arte de São Paulo. Llama la atención el Proyecto de ocupación del mirador del museo de arte de Sao Paulo con escultura, donde Lina juega con el relieve al pegar fotografías de lo que parecen ser esculturas africanas en su precario boceto con proyectiva del museo.

 Una de las pocas partes que me llamaron la atención fue la parte del diseño para circos y parques de atracciones. El tenebroso trabajo con texturas de María Auxiliadora de Silva, Parque de atracciones, nos ofrece la diversión propia de un parque de atracciones. Sin embargo, entre el acusado relieve de las texturas del cuadro combinado con su plana perspectiva, la asfixiante composición y el monstruoso diseño de las personas, dan lugar a un cuadro que miré horrorizada, como si se tratara de una creación hecha aposta para asustar y no para reflejar la alegría de la situación. Los personajes que se representaban en las atracciones parecían sufrir más que pasar un rato jovial... Por no mencionar el pavor que me inundó cuando al lado encontré una maqueta que representaba la vida circense hecha con muñecos de plastilina... Los muñecos de plastilina me dan absoluto pánico, más si se junta con la temática circense que puede ser fácilmente interpretada como tétrica. Las diminutas y salientes pupilas de los muñecos sin vida me miraban de una manera que me hacía estremecer. Más miedo aún cuando descubrí un mecanismo en la parte inferior de la maqueta que indicaba que aquello podía estar en funcionamiento y dotar a los personajes de un forzado y macabro movimiento. Horroroso. 

 Mi opinión sobre la exposición cada vez iba a peor. No entendía nada. Tras huir horrorizada de otra maqueta hecha con plastilina, encuentro una fotografía en blanco y negro de Marcel Gautjerot, Recolección de Café. En esta hermosa visión vemos a dos mujeres que lanzan al aire numerosos granos de café desde unos tamizadores, creando una composición de alas de mariposa entre estos elementos. 

 Sin seguir entendiendo nada en la exposición, sin seguir un hilo concreto que queda interrumpido por elementos que nada tienen que ver con el resto (como la fotografía mencionada), vamos a la última sala. De repente, nos encontramos con una especie de "tiovivo del horror": entre postes de madera pintados con bonitos diseños vemos una colección de animales creados con distintos diseños como una zebra, una rana aplastada, lo que parece ser un animal con una flor en la cabeza (literalmente ese es su título), lo que parecía ser un conejo, patitos, una colosal hormiga... Pero mi favorito es el horripilante y a la vez encantador Cerdo con dos cabezas. El rosado cuerpo del animal se alarga para no mostrarnos dos cabezas, si no dos culos de cerdo. Sin duda, una encantadora y asqueante obra que sinceramente, yo habría convertido en un sofá para tenerlo en mi hogar.

 La exposición finaliza (por fin) con carteles que Lina realizó Entreacto para niños, donde una gran cucaracha es la protagonista del póster y es mirada con curiosidad por lo que parece ser una niña. La última obra que vi y que me gustó era, como no, de alguien que no era Lina. Los dibujos de Jose Guio hechos con tinta sobre estudios de plantas me parecieron preciosos. Los estudios sobre plantas y flores son una aprobación asegurada por mí, osea que al menos me fui de la exposición con esta bonita y última visión.

En conclusión, no he sacado nada de provecho de esta exposición. No he entendido nada, no evolucionó mi crítica a lo largo de la visita y entré tal y como salí. Sinceramente, no me ha gustado nada en absoluto.

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