4ª Visita: Exposición Monet-Boudin.

Exposición de Monet y Boudin.

Visita realizada el domingo 30 de septiembre del 2018.



  Adoro el impresionismo. Lo adoro más por su técnica de ejecución que por su estética, y aún más por la desafiante controversia que desató. Es un movimiento que inspira rebeldía, pues rompió con los cánones establecidos ofreciendo cuadros con pinceladas arremolinadas y yuxtapuestas. Ofrecen imágenes que deben de ser apreciadas desde una distancia prudente, pues desde cerca solo observaremos un amasijo de colores que se pegan unos a otros en grumosas y texturizadas pinceladas. Por ello, es mágico, pues crea imágenes que se vuelven claras en tu cerebro, después de que tu retina lo procese. De lejos, pueden llegar a ser cuadros clásicos y perfectos; de cerca, cambian radicalmente al ver su estampado de colores llegando a asustar; tras este proceso, el espectador aprende la distancia correcta para apreciar el cuadro en su totalidad, quedando fascinado. Ni que decir tiene que Monet e Impresionismo van de la mano, siendo el artista el que realmente inició el movimiento con su gran obra Impresión: Sol naciente

  Por supuesto, el pintor francés Boudin también es una gran figura de la que hablar, pues fue el maestro y una de las mayores inspiraciones y modelos a seguir de Monet. Por ello, quizás debemos agradecer gran legado del impresionismo a "musas" como Boudin.

  Cuán era mi desilusión cuando al llegar al museo Thyssen-Bornemisza, supe que lo que más iba a contemplar en la exposición sería un amasijo de personas que se pegaban a los cuadros sin dejar ver nada. En serio, aquello parecía más un pub que un museo. Considero realmente desagradable que en un museo o galería haya tal cantidad de gente que uno deba ir pasando de puntillas entre la gente, cuidando no golpear a los demás y esquivando codazos. Por no hablar del incesante murmullo (un murmullo escandalosamente alto) acompañado por intermitentes gritos y sollozos de niños pequeños... En fin, cuando vi aquello, me entraron ganas de irme por donde había venido, pues realmente me estropearon la vista. Me fastidió muchísimo ya que como he dicho, adoro a Monet. Hago desde aquí un llamamiento a los museos de todo Madrid para que controlen estrictamente sus aforos y el comportamiento de los visitantes, pues yo no voy a un museo a sentirme como si eso fuera un bar cualquiera.

  Dejando a un lado la abrumadora multitud, la exposición contenía todo tipo de paisajes en todo tipo de técnicas. Algo predecible, pues ambos artistas eran fundamentalmente paisajistas. Especialmente Monet, debido a la preocupación por plasmar los efectos de la luz en los colores y las figuras naturales. Los paisajes pasan de ser visiones sobre playas pobladas de gente a numerosas embarcaciones de barcos o salvajes oleajes, mayormente al óleo (aunque hay una pequeña sala dedicada a bocetos hechos con pasteles).  En resumen, paisajes de mar o de tierra, con todo tipo de intensidades y atmósferas lumínicas (principal propósito de los cuadros).

  La gran diferencia entre Boudin y Monet es que el primero bocetaba al aire libre para luego crear un gran cuadro en su taller mientras que, Monet, pintaba de una vez, siempre al aire libre. Por ello, muchos cuadros del pintor se asemejan a rápidos pero elegantes bocetos impresionistas. Es por esto que a lo largo de la exposición uno puede distinguir fácilmente entre los cuadros de uno y de otro. Los de Boudin ofrecen desde lejos una imagen clara, con ciertos rasgos impresionistas a la hora de reflejar los cambios de la luz en el agua de mar o los rayos de luz atravesando el cielo, por ejemplo. Y cuando uno se acerca para observar mejor la obra, ésta no se descompone como las de Monet, sino que de hecho se pueden apreciar detalles pequeños y finísimos trazos que concretan la escena. 
  Esto es algo que nunca veremos en un cuadro de Monet, jamás habrá detalles perfilados con paciencia. Sus cuadros son todo ruido, movimiento y dinamismo. Si se mira un Monet girando la cabeza rápidamente, uno vera un gran abanico de colores moviéndose violentamente.

  Como siempre, reuní algunas obras que más atrajeron mi atención:


  
 Esta es una exquisita obra de Boudin, El muelle de Honfleur. Es de las obras que más me gustan pues realmente me parece una fusión entre el detalle de Boudin y la pincelada vibrante de Monet. El agua esmeralda refleja los barcos con ese estilo propiamente impresionista. Me gusta la atmósfera lumínica y el agua, pues se me asemeja a una cálida tarde en la embarcación sintiendo una agradable brisa salada.

  La siguiente obra representa de una manera radicalmente diferente otra embarcación. Embarcaciones en un claro de luna, Monet. El cuadro nos dice por sí solo el nombre del autor, especialmente si lo comparamos con el anterior. Obviamente pasamos a un estilo mucho menos detallista y figurativo y, sin embargo, refleja el color y la luz de una manera más natural. Se nos muestra un turbio oleaje nocturno, mientras las nubes filtran los intensos rayos de luz de la luna. No me imagino cómo sería la luna sin la cortina de nubes, pues parece toda una explosión de luz. Este cuadro me gusta mucho por la contraria atmósfera al anterior, pues en esta es todo frío, sueño y tristeza.


  Todo va de oleajes y tempestades.

  La ensenada del Eure, Boudin. De nuevo, imágenes altamente contrastadas. Lo interesante de esta exposición es que el visitante aprecia cómo poder observar la misma situación representada de infinitas maneras, con infinitos colores. El agua refleja un hermoso atardecer frente a unos barcos. El trazo está muchísimo más cuidado, es más perfeccionista. Sin embargo, el agua recuerda a las posteriores aguas de Monet, dejando clara la influencia que éste recibió. Me gusta el reflejar el atardecer con esa mezcla de colores azules, anaranjados y morados. Me recuerda a mi padre.
  

 Hasta ahora ambos pintores nos han ofrecido el mismo tema con distintas atmósferas, en orden temporal: mañana, atardecer y noche. La siguiente obra parecería ser un amanecer, pero no. La mañana en el sena (Monet) es la última obra que aquí comento por su maravillosa simetría espejo.


 Ah, es totalmente precioso. Monet crea en las aguas del Sena una perfecta imagen reflejada del turbio y grisáceo cielo y de la frondosa vegetación de los alrededores. Los cuadros de Monet me gustan porque son, generalmente, de colores fríos y pálidos. Todos me transmiten un aire frío muy reconfortante acompañado de cielos grises (mis favoritos). Me imagino exactamente en la realidad del cuadro, abrigándome con un jersey y una taza caliente. De nuevo, se puede apreciar la maestría del autor al reflejar los cambios de luz y color en las ondas del agua. La técnica puede parecer simple a priori, pero creo que debe ser realmente complicado crear aguas superponiendo colores mediante pinceladas cortas que no se mezclan entre sí, generando un auténtico puzle de colores (de ahí que solo pueda apreciarse al completo desde lejos). 

  Finalizando, estoy contenta porque conseguí ir (justo el último día) a ver la exposición de una serie de obras que nunca había visto de uno de los pintores que más me gustan. Además, he conocido la historia que rodeaba a Boudin y a Manet, descubriendo que la mayor influencia del mismo no fue Manet si no su maestro original. Por otro lado, Boudin ha conseguido encandilarme con sus obras. Obviando el malestar ocasionado por la muchedumbre, el conjunto de cuadros consigue transportarte a cada uno de los paisajes que en ellos se representan. Sin duda, grandes atmósferas que adoraría apreciar en la realidad.

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